martes, 8 de enero de 2013

La planificación familiar es un derecho.

Cada día nos parece más sin sentido el trabajo que realizan los distintos organismos de las Naciones Unidas. Sus intenciones son buenas, eso no se les puede negar, pero sus resultados, no... Y nos vamos a explicar.

Hace poco llegó a nuestras manos el último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), "Estado de la Población Mundial 2012: Sí a la opción, no al azar - Planificación de la familia, derechos humanos y desarrollo", en el que todo son buenas intenciones y buenas políticas sobre la planificación familiar y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Hasta aquí todo muy bien. Pero llega la hora de la realidad y ese mundo idílico que sueña construir el UNFPA no se plasma en cotidianidad para las mujeres del mundo. Los gobiernos de los países que forman parte de la Naciones Unidas firman tratados, declaraciones, planes de acción..., pero a la hora de la verdad no ponen dinero, esfuerzos ni políticas sociales para llevar a cabo todo aquello que firman en Nueva York. A veces cumplen con una ínfima parte de lo que han firmado y con eso ya se creen que han cumplido con la sociedad.

El Informe sobre el "Estado de la Población Mundial 2012" nos explica:

  • Las razones por las cuales la planificación de la familia es un derecho universal.
  • Cómo la planificación de la familia refuerza el ejercicio de otros derechos, entre ellos el derecho a la salud o el derecho a la educación.
  • Los beneficios sociales y económicos que reciben hogares, comunidades y países enteros, cuando las mujeres, los hombres y los jóvenes ejercen su derecho a la planificación de la familia.

Todas estos mensajes son muy bonitos, pero ¿para cuándo serán reales? La planificación de la familia es un derecho, sí... Sin embargo, en los países en desarrollo hay todavía 222 millones de mujeres que carecen de acceso a los anticonceptivos y, en consecuencia, corren riesgos de embarazos no planificados, sobre todo en el medio rural. Las mujeres rurales e indígenas no tienen un acceso fácil a los métodos anticonceptivos porque viven lejos de los centros urbanos que es dónde se los pueden facilitar o porque sólo hablan sus lenguas autóctonas y nadie se preocupa de comunicarse con ellas ni de explicarles estos métodos.

En resumen, la planificación familiar es un derecho pero también una utopía para muchos millones de mujeres en el mundo. Y nosotras nos preguntamos: ¿hasta cuándo?



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