jueves, 26 de enero de 2012

El derecho a la educación lucha contra la pobreza rural en América Latina

Las comunidades indígenas y rurales en América Latina viven en unas condiciones de pobreza y marginación que las alejan del resto de la sociedad; y estas condiciones de vida se convierten en situaciones de especial precariedad y desigualdad si quienes las sufren son mujeres.


Por Lola Pena


Para acabar con esta situación hay que empezar por conseguir que la mujeres rurales e indígenas salgan de los roles sociales en los cuales se las ha encasillado. Ese es su principal desafío, pero dado que muchas de ellas viven en una situación de pobreza, este primer paso no es sencillo de dar. La mayoría de las mujeres siguen jugando su rol social de mujeres rurales que deben quedarse en el campo, desarrollando su trabajo invisible que sustenta todo el núcleo familiar. Sin embargo ya se están viendo cambios. Algunas mujeres rurales se están atreviendo a trabajar por su inclusión social en los espacios de toma de decisiones tanto en el sector público como privado.


La exclusión social tradicional y el rol marginal que las mujeres rurales juegan irá desapareciendo en la medida que ellas se vayan preparando y vayan siendo conscientes de todas las oportunidades que pueden tener. En la medida en que trabajen juntas, se reconozcan como iguales, estén en América Latina o donde quiera que estén, pertenezcan a una comunidad rural o a otra, pertenezcan a un pueblo indígena u otro; en la medida que todas ellas se vayan conociendo, sabiendo lo que quieren, lo que saben y pueden hacer; en la medida en que todo esto se vaya dando poco a poco, país a país, se estará en condiciones que reclamar a los gobiernos de los países de la región unas políticas públicas orientadas a:
  • Destruir el esteriotipo de mujer rural e indígena que existe en la actualidad.
  • Contribuir a la inclusión social de las mujeres rurales e indígenas.
  • Contribuir al desarrollo local de las poblaciones rurales e indígenas que frene las migraciones hacia los grandes núcleos urbanos, en donde el círculo de la pobreza vuelve a llevar a las mujeres hacia la exclusión social.


El derecho a la educación es un factor clave para romper el círculo de pobreza en que están envueltas las mujeres rurales e indígenas. Cuantos más años de educación posean las mujeres rurales e indígenas, mayores serán las oportunidades para salir de la pobreza. Gracias a políticas educativas inclusivas y a los programas de alfabetización que algunos países latinoamericanos están desarrollando (como es el caso de Brasil, Bolivia, Ecuador, Guatemala, Nicaragua y Venezuela) se está disminuyendo de manera importante la brecha educativa entre el mundo urbano y el mundo rural que  las mujeres rurales e indígenas de estos países están sufriendo. Las jóvenes se siente excluidas socialmente debido a la falta de empleo y de oportunidades de recibir una educación escolarizada en sus comunidades rurales.


El hecho de que muchas comunidades indígenas y rurales estén comenzado a recibir formación en sus lenguas originarias en materias como son la situación actual de los recursos naturales y la importancia de su cuidado, que va a permitir la subsistencia de sus pueblos y al mismo tiempo conservar, y en algunos casos mejorar, su calidad de vida. 





martes, 10 de enero de 2012

Dar una oportunidad a las mujeres rurales

Pese a los avances que ha habido en materia social y económica en todo el mundo, se continúa discriminando a las mujeres rurales, a las mujeres indígenas y a las mujeres afrodescendientes. Por lo general tienen menos acceso a los medios productivos así como un menor acceso a los servicios sociales y de salud básicos. Tampoco suelen tener oportunidades para poder llevar a cabo una capacitación profesional acorde a los tiempos que vivimos.  Les es prácticamente imposible cambiar los roles tradicionales que la sociedad les ha asignado y su trabajo no se valora ni se visibiliza.

Para conseguir el empoderamiento y el fortalecimiento de la autoestima de estas mujeres debería permitírseles participar en las actividades económicas de forma autónoma y autogestionada, de manera que ellas misma vean que pueden vencer las barreras de género que la sociedad les aplica todos los días. Con ello mejorará su situación y el de todo su entorno. Si las mujeres rurales salen del agujero en que sistema patriarcal y colonizador las colocó en un momento histórico, toda la sociedad, todo el grupo familiar mejorará sus condiciones de vida. Démosles, pues, una oportunidad… Seguro que la sabrán aprovechar.