sábado, 12 de octubre de 2013

Las mujeres rurales frente al cambio climático y la escasez de agua

El pasado 27 de Septiembre el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas presentó en Suecia su último informe con cifras verdaderamente alarmantes.

En él se nos cuenta que en la actualidad hay mil millones de personas que ya viven en zonas en las que escasea el agua; si a esto le unimos el rápido crecimiento demográfico que está habiendo en el planeta junto al aumento de la temperatura media de la Tierra que va a ocurrir en las próximas décadas debido precisamente al cambio climático que entre todos estamos provocando, hará que el agua sea uno de los recursos naturales más escasos.

A modo de ejemplo, en el informe se nos avanza que si la temperatura media del planeta sube 2ºC, crecerá un 8% la población con poca agua; si aumenta 5ºC, la cifra se elevaría en un 13%.

Esta escasez de agua afecta a toda la población en general, pero muy especialmente a las mujeres rurales. Los abastecimientos de agua limpia y fiable son esenciales para la vida en el medio rural. El agua potable para el uso doméstico así como para el riego a pequeña escala y para la ganadería suele ser una responsabilidad que recae sobre los hombros de las mujeres quienes a menudo pasan varias horas cada día yendo a buscar agua para cubrir las necesidades de sus familias.

La ausencia o escasez de agua potable, sea en los hogares o cerca de ellos, trae consigo la obligación para las mujeres de andar kilómetros cada día para obtenerla. Todo esto ha aumentado de forma considerable la carga de trabajo que las mujeres rurales soportan, lo que las hace vulnerables en términos de su salud (cargan sobre sus espaldas y cabezas muchos litros de agua) y seguridad personal (muchas veces son atacadas sexualmente en los caminos que recorren para buscar el agua).

La escasez de política públicas que faciliten el acceso al agua potable, la injusta distribución que se hace de la misma, y la carestía de precios a los que se vende este agua está consiguiendo que muchas mujeres rurales pobres en ocasiones se han visto obligadas a elegir entre pagar el agua o alimentar a sus hijos.

El agua es un recurso de la naturaleza que debe ser gratuito y de acceso universal. No podemos ni debemos continuar por la senda por la que vamos; no podemos hacer del agua la fuente de los nuevos conflictos bélicos del siglo XXI.

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