El tan
traído y llevado tema del cambio climático ya no es algo que nos quede tan lejos. Las
imágenes de la tierra resquebrajada por la ausencia de lluvias y el implacable
sol ya no son imágenes que sólo podamos ver en los medios de comunicación y
en regiones remotas de África; ahora son imágenes que vemos en muchas partes
del campo español. Los embalses cada vez tienen menos agua y los viejos pueblos
sumergidos durantes años vuelven a tener los campanarios de sus iglesias al
sol.
La ausencia de agua está secando el campo. Por Jesús Domínguez. |
La sequía
que estamos sufriendo en España está ocasionando grandes pérdidas a nuestros
agricultores. Los daños ya son irreversibles para muchos ganaderos debido a la
ausencia de pastos desde el otoño pasado y la necesidad de utilizar piensos
para alimentar a sus animales. La situación también es dramática para muchos
agricultores que cultivan cereales en el Sur del país.
La locura
es que a lo mejor después de esta ausencia de lluvias que nos ha dejado el
invierno más seco en años puede venir una primavera con demasiadas lluvias,
lluvias que en muchos casos son torrenciales, con lo que en lugar de ayudar al
campo y al agricultor lo único que hacen es destruir lo poco que se haya
conseguido rescatar del seco invierno.
Pero lo
peor de todo no son las locuras climatológicas que nosotros mismos hemos provocado con nuestra falta de respeto por el medio ambiente. Lo peor son las soluciones que se dan desde la
administración para paliar los efectos del cambio climático. Son soluciones
coyunturales que si bien son necesarias y bien recibidas (aunque se vean escasas) por las
organizaciones agrarias y por los campesinos a los que representan no son las
únicas que habría que adoptar.
En la Mesa contra la Sequía , el Ministerio de
Agricultura y las organizaciones agrarias que componen la Mesa han logrado llegar a un
acuerdo de mínimos sobre las medidas de ayuda que se van adoptar. Claro que
está bien que el Ministerio de Agricultura dé ayudas económicas al sector
para poder hacer frente a los daños causados por la sequía, como es la rebaja
de los módulos a efectos de calcular el IRPF, pero estas medidas son
coyunturales. En cuanto se acabe la sequía, probablemente se acabarán también las
medidas económicas excepcionales y todo volverá a ser lo que era.
El campo
español necesita urgentemente un plan a largo plazo que modernice las
explotaciones agrarias y ganaderas, que incorpore a las mujeres y a los jóvenes,
que apueste por una agricultura y ganadería ecológica que genere nuevos puestos
de trabajo, que regrese a las prácticas ancestrales de nuestras abuelas y
abuelos. Porque todo ello contribuirá a generar riqueza, a fijar a la población
en el medio rural y sobre todo, y más importante, contribuirá a contrarrestar
los efectos del cambio climático en nuestro país. Al hacer un favor a la naturaleza
nos hacemos un favor a nosotros mismos. No creo que esto sea tan malo…
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